
El patrimonio cultural pasa de generación en generación. miembros de la etnia mapoyo, cuya lengua está en extinción. Foto Centro de Diversidad Cultural, 2013.
Cuando se habla de identidad, generalmente se hace referencia a la serie de rasgos, atributos o características propias de una persona o
de un grupo que logran diferenciarlos de los demás. Se aplica
en el caso concreto de colectivos de individuos, que se perciben o sienten
pertenecientes a un espacio de rasgos
comunes que los interconecta entre sí.
En tal sentido,
se hace referencia a identidades locales, regionales o nacionales desde un punto
de vista de ubicación espacio-temporal y socio-cultural, a identidades que
pueden ir de lo local y regional, a lo nacional, de acuerdo a las
características y elementos comunes que definan al grupo de individuos.
Se entiende por
Identidad Nacional a la relación que posee un individuo con la nación a la cual
pertenece, sea por haber nacido en dicho territorio, por formar parte de tal
comunidad o por sentir lazos de pertenencia con sus costumbres y tradiciones,
por lo tanto, se basa en una condición social, cultural y espacial.
La identificación
con una nación supone la adopción de sentimientos que incluyen entre otros,
aspectos como el amor, el orgullo, el apego o el interés, de acuerdo a los
niveles de afecto surgidos en referencia a un patrimonio particular.
La importancia
de este aspecto radica en que los individuos cuentan con un sentido de pertenencia
y arraigo a su cultura, sintiéndose plenamente identificado con la evolución y
cualidades de su grupo social, con referencia al mundo que les rodea, con la
posibilidad de retransmitir y difundir sus valores culturales.
Ahora bien, al
referirse al caso concreta de definir y caracterizar una identidad que refleje
la venezolanidad, deben tenerse en cuenta una serie de elementos influyentes,
tal el caso del contexto geohistorico, que brinda una ubicación espacial latinoamericana,
compartiendo raíces idiosincráticas, idiomáticas, religiosas con los países vecinos,
con los cuales compartió un proceso de mestizaje, la presencia de instituciones
coloniales y la búsqueda de la autogestión republicana.
De manera tal, que
se conformó una forma particular por parte del latinoamericano, confluyendo en
él, rasgos y valores alternativos que moldearon su bagaje y riqueza cultural de
manera complementaria.
La identidad
del venezolano se afinca sobre firmes bases, sustentadas en un rico patrimonio histórico-cultural,
forjado durante su construcción como nación. Allí confluye un encuentro
intercultural de años y años de recorrido a lo largo y ancho del territorio del
país, definido por normas, valores, tradiciones, costumbres y acciones.
Por lo tanto, puede
decirse que el venezolano mantiene valores identitarios que lo hacen diferente
de sus vecinos centro y suramericanos dentro un continente común compartido, en
las variaciones dadas a la lengua castellana con dialectos particulares, en múltiples
expresiones artísticas de carácter musical y dancístico, en su gastronomía, en
el sincretismo mágico-religioso, en los símbolos históricos asumidos por el
Estado, y en todo un rico patrimonio cultural de amplias dimensiones. Pueden
mencionarse un sinfín de rasgos de diverso índole, necesidad e importancia,
unos con mayor arraigo y tradición de otrora, otros más novedosos, pero que dan sentido de pertenencia y afecto hacia
la nación, entre ellos, sin orden de importancia: la arepa, la gaita, la “vinotinto”,
el joropo, la hallaca, el “Alma Llanera”, el beisbol profesional, el Doctor
José Gregorio Hernández, la visión del Salto Ángel, y otros tantos.
Sin duda alguna,
existe un amplio cumulo cultural que brinda fortaleza a la raíz identitaria del
venezolano, permitiéndole sentirse perteneciente a una entidad conceptual,
espiritual y territorial.
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